jueves, 12 de noviembre de 2009

Comer en el supermercado

Ilustración: Hernán Kirsten
Texto: Francisca Morales


La primera vez fue a sus tiernos cuatro años. Luego de una pataleta de proporciones, su madre le dio lo primero que encontró: unas galletas Museo que estaban en una góndola del pasillo 7B; las abrió y dejó que se las comiera. El envoltorio vacío quedaría luego entre las latas de conserva del 13C. Hoy, a sus 30 años, Violeta sabe que la única manera de disfrutar las galletas, chocolates y suflitos es comiéndoselos, a escondidas, en un supermercado. Lo mismo que el jamón serrano al vacío, el flan de chocolate, las almendras saladas y las castañas en almíbar. Siempre termina con el enjuague bucal, eso sí. La higiene es lo más importante.


miércoles, 4 de noviembre de 2009

Sacarse el calzón cuneteado

Ilustración: María José Puyol
Texto: Francisca Morales

Yolanda nunca pensó que la abrupta llegada de la pubertad le ensancharía tanto las caderas y le haría subir esos kilos de más que nunca pudo volver a bajar. La mayor consecuencia fue el denominado cuneteo del calzón. Cada vez que se sienta, tiene que iniciar maniobras para arreglar el entuerto, que a mayor volumen de calzón, más grande sufrimiento le causa. Ni el sexy encaje de sus pantaletas se ha salvado de desaparecer entre sus voluminosos glúteos. Con el tiempo ha asumido el doloroso martirio y ha perdido la vergüenza. De hecho, últimamente ha aprendido a explotar el erótico movimiento de caderas que anuncia el comienzo de una legítima sacada de calzón del traste.