Ilustración: Alberto Montt
Texto: Francisco Ibáñez
Los primeros recuerdos de niñez son de su madre, gritándole: “sácate ese dedo de la nariz”. Pero Eulogio no podía. Nunca pudo. Estaba el tema de su patológica aversión a los pañuelos, claro, pero esto iba más allá. Escarbarse la nariz, sacarse los mocos, derechamente le daba placer. Las burlas de los demás niños –recuerdo imborrable de su infancia– no surtieron efecto. Nunca le incomodó ser llamado “Eulogio el mocoso”. Tampoco funcionaron los años de terapia; los incontables mocos pegados aún bajo el diván de su psiquiatra así lo demuestran. Hoy, con buena parte de su vida recorrida, al fin lo aceptó: lo suyo es pura y simple vocación.
Jajaja.. pura y simple vocacion ;D
ResponderEliminardefinitivamente...eso solo puede ser vocacion! jeje
ResponderEliminarpobre eulogio, quedo con nariz de enchufe!
ResponderEliminareste eulogio es de la famili'a de Elvis? :D
ResponderEliminarPriscillo ;)
alberto, eulogio es igual a raimundo dia jajaja!!!
ResponderEliminarEscarba, escarba, hasta llegar a la raíz del asunto >:D
ResponderEliminaryo soy un eulogio, y tengo 21 pero no me doy cuenta y aveces no me inporta. sigo con la limpieza. por suerte no es otra cavidad
ResponderEliminarEstanta la mania, que solo falta que rasque otro ollo.
ResponderEliminarTio Chinto.
hermosamente escrito, la verdad que por asquerosilla que sea la historia, me conmovió.
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