Ilustración: Alfredo Cáceres
Texto: Francisco Ibáñez
El menor de ocho hermanos, Arnaldo desde niño fue llamado “el concho”. Y aunque nunca le agradó su apodo, terminó acostumbrándose a él, sabiendo que no tenía opción. Hasta que un día, a punto de dormirse, tuvo una revelación: su venganza sería semántica. Los juegos de palabras siempre le habían gustado, y las musas susurraron uno a su oído. Desde ese día, cual superhéroe de historieta, su identidad es la de “El concho que se toma los conchos”. Y aunque las miradas reprobatorias a veces le incomodan, no transa su misión: copas, vasos, incluso alguna mamadera, quedan sin una gota cuando termina de cumplir su implacable labor.
Excelente trabajo Alfredo! me encantaron las copitas y los liquidos dentro de ellas, muy muy bueno. Para que decir la historia del pobre Arnaldo!
ResponderEliminarNada mal la venganza de Arnaldo, una misión apta sólo para corazones fuertes, jejejejeej ¡¡genia alfredo y franciscol!!...
ResponderEliminarjajajaja, notable historia!
ResponderEliminarConozco a varios que siguen la misma práctica que Arnaldo.
Saludos, y sigan con este excelente blog!
ajajaj, el concho que se toma los conchos, notable!
ResponderEliminarChévere blog!
ResponderEliminarUn abrazo desde Quito!!!
Amé la historia. Yo igual soy el concho y me tomo los conchos!
ResponderEliminarjajajajajaaj eso de tomarse los conchos es típico de cuando hiciste una reunión en tu casa y, cuando ya se fueron todos, la mayor parte de los vasos no están vacíos.
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